El Día, cómo no, ha aprovechado el vergonzoso anuncio propagandístico del PSOE -que después monta un número por la apertura de una comisaría- para lanzarle las cuatro o las cinco columnas -que nunca me aclaro con eso- a la maqueta de la nueva playa, o al proyecto de la nueva playa de Plasencia. Todo un número en medio de la campaña electoral.
Si usted recorre el paseo marítimo de Punta Larga, fantástico, llega el momento en el que se acaba la visión del mar y hay que meterse por detrás de unos enormes caserones que se encuentran metidos literalmente en el mar. Hay quien dice que el más grande, el que tiene mayores jardines y piscina, es de Antonio Plasencia. El primero que te encuentras y cuyo muro exterior impide literalmente que pases por el pequeño camino que utilizan los pescadores. Te juegas la vida literalmente para pasar.
Pues esos caserones se quedan literalmente, según los planos expuestos por los sociolistos, en el mismo centro de la nueva playa. Acojonante. Y les digo yo que, desde el modestito punto de vista de uno y sin acusar de ilegalidad a nadie, que acometer obra alguna en esa zona sin recuperar previamente -al precio que sea- el dominio público marítimo no deja de ser más que una nueva indecencia por la que, los contribuyentes, pagaremos casi -o sin casi- cinco mil millones de pesetas para colocar a cuatro potentados, que nunca debieron estar ahí, en primera línea de playa.
La obra de la playa de Punta Larga, en breve a información pública
La remodelación de la playa de Punta Larga costará 23 millones
Obsérvese como un grupo de caserones, que en la actualidad están dentro del mar prácticamente, se quedan en el mismísimo centro de la playa.
En realidad todos andan estos días por ahí haciéndose fotos
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