OPINIÓN
LA GUINDALERA
José H. Chela
El caso Las Teresitas, con su querella correspondiente que prosigue su inexorable marcha en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, empieza a cobrarse sus primeros daños colaterales. Así es como se llama ahora a las víctimas de un conflicto, sea bélico o político. Lo paradójicamente curioso es que esos daños se hayan producido en las filas del partido socialista tinerfeño, una formación que sólo aporta un implicado al proceso, Emilio Fresco, quien ha tenido un gesto positivo por lo menos: pedir su baja como afiliado para no perjudicar las siglas a las que ha pertenecido durante tanto tiempo. Su papel o su participación en el pelotazo quedarán claros dentro de poco, seguramente, pero, al margen de lo que ocurra al respecto, el detalle es de agradecer.
Mientras en las filas de ATI-Coalición Canaria, cerradas y prietas en torno al principal protagonista del suceso, Miguel Zerolo, reina la calma, al menos una calma aparente, a la espera de los acontecimientos, en el seno del PSC-PSOE santacrucero se monta una carajera de mucho cuidado que se salda con la dimisión de más de la mitad de los miembros de la ejecutiva local y con la obstinada permanencia en el cargo de su impresentable secretario local, Florentino Guzmán. El follón se veía venir –aquí lo anuncié no hace mucho- y del personaje, de don Florentino, les hablé puntualmente el otro día, en esta misma columna: cuando defendió públicamente la indefendible postura del grupo municipal socialista en el pleno que aprobó la operación teresiana ahora bajo la lupa de la Justicia. La única salida honesta y razonable del señor Guzmán, tras sus inconcebibles declaraciones, era la dimisión, una dimisión exigida por la mayor parte de sus compañeros de agrupación. El porqué de su empeño en aferrarse al cargo –que tampoco es una ganga, si quieren que les diga-, aunque ello provoque una crisis sin precedentes en el seno del partido en Santa Cruz y en Tenerife, únicamente se puede comprender si se sospecha que, desde él, puede seguir haciendo favores a sus hipotéticos enemigos áticos y coalicioneros. Tal vez sea así. Sherlock Holmes decía que, cuando se han desestimado todas las hipótesis razonables acerca de un misterio, la explicación que quede, por extraña o inverosímil que parezca, debe considerarse la única solución posible del misterio.
El daño que Guzmán le ha hecho a las siglas tras las que se ampara es tremendo. El silencio del secretario general de los socialistas canarios, Juan Carlos Alemán –mudo, al menos hasta el momento en que escribo estas líneas- revela, una vez más, que el PSC-PSOE carece de dirección, de rumbo y de timonel. A estas alturas, no obstante, se sigue presumiendo de los resultados obtenidos en encuestas fantasmagóricas que otorgan más de veinticinco escaños a los chicos del puño y la rosa en las autonómicas que vienen. Uno se pregunta si los sondeos continúan siendo válidos tras este espectáculo lamentable y también se permite interrogarse acerca de cuántos van a ser los concejales que logren en las urnas locales de la capital tinerfeña y de los ayuntamientos del área metropolitana.
ATI debería levantarle un monumento a Florentino Guzmán tras los comicios de la próxima primavera. Se lo tiene más que merecido. La bomba que ha provocado los daños colaterales de marras la ha colocado él, estúpida o interesadamente, convencido, encima, de que va a salir indemne de la explosión. Veremos.
chela@canariasahora.com
Canarias Ahora
LA GUINDALERA
José H. Chela
El caso Las Teresitas, con su querella correspondiente que prosigue su inexorable marcha en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, empieza a cobrarse sus primeros daños colaterales. Así es como se llama ahora a las víctimas de un conflicto, sea bélico o político. Lo paradójicamente curioso es que esos daños se hayan producido en las filas del partido socialista tinerfeño, una formación que sólo aporta un implicado al proceso, Emilio Fresco, quien ha tenido un gesto positivo por lo menos: pedir su baja como afiliado para no perjudicar las siglas a las que ha pertenecido durante tanto tiempo. Su papel o su participación en el pelotazo quedarán claros dentro de poco, seguramente, pero, al margen de lo que ocurra al respecto, el detalle es de agradecer.
Mientras en las filas de ATI-Coalición Canaria, cerradas y prietas en torno al principal protagonista del suceso, Miguel Zerolo, reina la calma, al menos una calma aparente, a la espera de los acontecimientos, en el seno del PSC-PSOE santacrucero se monta una carajera de mucho cuidado que se salda con la dimisión de más de la mitad de los miembros de la ejecutiva local y con la obstinada permanencia en el cargo de su impresentable secretario local, Florentino Guzmán. El follón se veía venir –aquí lo anuncié no hace mucho- y del personaje, de don Florentino, les hablé puntualmente el otro día, en esta misma columna: cuando defendió públicamente la indefendible postura del grupo municipal socialista en el pleno que aprobó la operación teresiana ahora bajo la lupa de la Justicia. La única salida honesta y razonable del señor Guzmán, tras sus inconcebibles declaraciones, era la dimisión, una dimisión exigida por la mayor parte de sus compañeros de agrupación. El porqué de su empeño en aferrarse al cargo –que tampoco es una ganga, si quieren que les diga-, aunque ello provoque una crisis sin precedentes en el seno del partido en Santa Cruz y en Tenerife, únicamente se puede comprender si se sospecha que, desde él, puede seguir haciendo favores a sus hipotéticos enemigos áticos y coalicioneros. Tal vez sea así. Sherlock Holmes decía que, cuando se han desestimado todas las hipótesis razonables acerca de un misterio, la explicación que quede, por extraña o inverosímil que parezca, debe considerarse la única solución posible del misterio.
El daño que Guzmán le ha hecho a las siglas tras las que se ampara es tremendo. El silencio del secretario general de los socialistas canarios, Juan Carlos Alemán –mudo, al menos hasta el momento en que escribo estas líneas- revela, una vez más, que el PSC-PSOE carece de dirección, de rumbo y de timonel. A estas alturas, no obstante, se sigue presumiendo de los resultados obtenidos en encuestas fantasmagóricas que otorgan más de veinticinco escaños a los chicos del puño y la rosa en las autonómicas que vienen. Uno se pregunta si los sondeos continúan siendo válidos tras este espectáculo lamentable y también se permite interrogarse acerca de cuántos van a ser los concejales que logren en las urnas locales de la capital tinerfeña y de los ayuntamientos del área metropolitana.
ATI debería levantarle un monumento a Florentino Guzmán tras los comicios de la próxima primavera. Se lo tiene más que merecido. La bomba que ha provocado los daños colaterales de marras la ha colocado él, estúpida o interesadamente, convencido, encima, de que va a salir indemne de la explosión. Veremos.
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