Esther Sarraute y las O.N.G.'s

Aunque la exconcejala del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife Esther Sarraute ha fallecido, mientras se mantenga en Youtube, su ilustre video sobre las ONG, seguirá presidiendo la entrada éste blog, como recuerdo a los personajes que se cuelan en nuestras instituciones gracias a las listas cerradas y a los presuntos "tejemanejes" que se dan dentro de los partidos polítcos españoles.

jueves, noviembre 10, 2011

Mis diez razones para apoyar a Izquierda Unida y/o EQUO (por Carlos Carnicero)

La única forma de romper el bipartidismo es potenciando la presencia de otras fórmulas de izquierda que condicionen, además, la deriva del PSOE hacia ser puros gestores del capitalismo. La victoria del PP es inevitable y la responsabilidad de esa elección recae exclusivamente en quienes decidan votarle. Un grupo parlamentario potente de Izquierda Unida es la mejor garantía de frenar los recortes de la derecha desde el Parlamento y desde la calle.

La democracia parlamentaria española apoya el bipartidismo en una perversión legal que prácticamente impide el crecimiento de las minorías. De esa forma, el control del Parlamento está asegurado mediante la consecución de mayorías absolutas o de mayorías simples que pueden gobernar con el apoyo de los partidos nacionalistas que utilizan la subasta de transferencias y medios a cambio de sus votos para apuntalar el gobierno.

El crecimiento de las minorías es muy difícil. En primer lugar, por las dificultades de financiación de cualquier proyecto nuevo o de pequeñas dimensiones. Al depender la financiación de los partidos del número de votos y escaños obtenidos, y de otra parte del número de parlamentarios para sus subvenciones ordinarias, el tamaño se hace muy importante. No se puede crecer sin ser grande; y esta paradoja pega contra la pared a las minorías no nacionalistas.

Los grandes partidos pueden financiar sus organizaciones y sus campañas electorales mediante el cobro de las subvenciones proporcionales a su tamaño mientras que la dimensión de los pequeños es la pescadilla que les hace morderse la cola para no poder crecer.

En esta ocasión la teoría del voto útil, que pretende consagrar que los que no vayan a las redes de los dos grandes partidos se desperdician, hace agua.

La victoria del PP es inevitable. Y la derrota del PSOE no solo es también inevitable sino que además está impulsada por la creencia de sectores de su electorado natural de que es necesaria para que se produzca una catarsis que lo regeneré y lo obligue a cambios radicales en su dirección y a la definición de un proyecto socialdemócrata para hacer frente al neoliberalismo y al poder de los sectores financieros internacionales.

Responsablemente creo que en esta ocasión, desde posiciones ideológicas de izquierda, el voto más útil para defenderse de la derecha en el poder es Izquierda Unida y como sustitutivo para quienes tengan prejuicios contra esta organización, EQUO, del que no existen datos objetivos para avalar que sea mejor opción que Izquierda Unida.

Daré mis diez razones:

Primera: El PSOE ha abdicado, bajo el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, de sus responsabilidades históricas de ser un referente para la izquierda española. El socialismo español ha caído en la trampa de reducir sus alternativas a competir con la derecha en la gestión del capitalismo. La supuesta eficacia económica de sus planteamientos ha absorbido la obligación de promover la igualdad en base a esfuerzos económicos y fiscales para la redistribución de la renta. Esta afirmación se asienta en un dato irrefutable. Se ha disparado la desigualdad en España. Los ricos son más ricos que nunca y los pobres más pobres que nunca. Con un gobierno que se ha dicho socialista.

Es cierto el avance relativo en derechos fundamentales, como la ampliación de la ley de interrupción del embarazo y la de matrimonios entre personas del mismo sexo. Pero el supuesto laicismo del PSOE ha quedado reducido a una retórica incapaz de sacar adelante la Ley de Libertad Religiosa. Estas medidas positivas no pueden suplantar la esencia socialdemócrata de promover la igualdad.

Segunda: La gestión de la crisis realizado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha eludido sus compromisos de evitar costes sociales. Ante las presiones internacionales de mayo del 2010, el presidente podía haber exigido un mayor plazo a la Unión Europea y al FMI para los ajustes económicos y el recorte de la deuda. Pero sobre todo, tenía la obligación de consultar a su electorado si estaba de acuerdo con la política que ha realizado desde entonces. El PSOE asumió que podía hacer una política acorde con su programa electoral y la radicalmente contraria sin consultar a los ciudadanos. Ha demostrado un desprecio hacia la ciudadanía que se consagró con la realización de una reforma constitucional sin realizar un referéndum.


Tercera: No tiene ningún crédito la propuesta electoral de Alfredo Pérez Rubalcaba. Quien ha sido mano derecha de Zapatero y vicepresidente del Gobierno no puede hacer un giro de 180 grados desde lo que ha hecho en el Gobierno a lo que ahora promete. Es un hombre del pasado y su crédito político ha caducado. No puede siquiera dirigir la transformación del socialismo español para adaptar la socialdemocracia al siglo XXI. Un nuevo PSOE requiere distintos dirigentes de quienes le han llevado a la ruina.

Cuarta: En el proceso de convulsión que necesariamente va a afectar al PSOE después del 20-N nada puede ser más beneficioso para la izquierda que una potente representación de Izquierda Unida en el Congreso de los Diputados. De una parte, enlazará mejor que nadie la respuesta parlamentaria con la respuesta ciudadana en la calle de los sectores de indignados y del 15-M, que tarde o temprano necesitarán un enlace institucional para sus reclamaciones que son, según las encuestas, la de una importante mayoría de españoles.

Quinta: Izquierda Unida merece la confianza de una oportunidad con un grupo parlamentario que le permita tener un altavoz de sus iniciativas, que le obligue a un proceso de transparencia interna y al control de sus votantes y sus militantes de la dirección de la coalición. Hace falta una fuerza política de izquierda que no acepte la inevitabilidad de la dictadura de esta Unión Europea conservadora y de unos mercados que han sobrepasado la soberanía política.

Sexta: Considero que estamos en un proceso de transformaciones de nuestro sistema de intermediación y de representación política. Los grandes partidos, tanto el PSOE como el PP, tienen demasiados intereses corporativos y de sus respectivas oligarquías para facilitar el cambio. Una Izquierda Unida con fuerza parlamentaria puede ser el ejemplo a seguir en un modelo organizativo en el que la intermediación y la representación tenga un control democrático más allá del proceso electoral. Apoyar a Izquierda Unida y condicionar la continuidad de ese apoyo a su conexión con las demandas del 15-M y los cambios de modelo de organización es la mejor opción posible.

Séptima: Ante los previsibles recortes que llevará a cabo el Partido Popular, el mejor freno lo puede llevar a cabo un poderoso grupo parlamentario Izquierda Unida que condicionará la labor de oposición del PSOE. Una vez que el PSOE haya perdido la hegemonía de la izquierda, la presión de Izquierda Unida le obligará a llevar a cabo la reforma del partido desde posiciones de izquierda que revisen su acatamiento de las normas del liberalismo.

Octava. El apoyo a Izquierda Unida tiene riesgos controlados. Establecida como inevitable la mayoría absoluta del PP, el argumento de que hay que votar al PSOE para frenar al PP deja de ser valido. Y además, los apoyos electorales son reversibles. Si Izquierda Unida lee con inteligencia sus avances parlamentarios, tendrá que esforzarse más que nadie en no defraudar a sus votantes bajo la consciencia de que le pueden retirar su apoyo dentro de cuatro años. De igual manera, y desde la premisa que la realidad sitúa las necesidades de transformación, el PSOE tendrá que iniciar su catarsis y renovación desde la consciencia de las razones por las que lo que consideran su electorado natural les ha abandonado y tendrán que trabajar duro para recuperar el terreno perdido.

Novena: El miedo es el factor determinante de la forma en la que han elegido los gobiernos salir de la crisis. El miedo al cambio es paralizante. Y promover el voto a Izquierda Unida es un cambio en la concepción de la política española sustituyendo la tradicional petición de voto útil en función del tamaña del partido. No hay que tener miedo al crecimiento de Izquierda Unida para que pueda competir en el terreno de la izquierda. Si la competencia es buena para la economía, ¿por qué no va a ser para fomentar la eficacia entre los partidos de izquierda?

Décima: El apoyo electoral tiene que funcionar en la bipolaridad entre la adhesión a un programa creíble y el juicio de la labor efectuada. Esos parámetros son letales para el PSOE. Descartado absolutamente que el voto de castigo hacia el PSOE pueda conducir, desde posiciones de izquierda, al PP, la mejor alternativa, sin duda, es para Izquierda Unida. Servirá para comprobar de una vez si con una representación parlamentaria importante es capaz de consolidarse como una fuerza de izquierda poderosa para contrarrestar los excesos del capitalismo.