Se mete el hachazo de los recortes a los mismos de siempre; se sociabilizan las pérdidas; hay anmistía fiscal para los que defraudan y se lo llevan calentito a paraísos fiscales. Se condena a los "parados" al hambre y a deambular como zombies por las calles en busca de un trabajo que no hay.
No se recorta la administración pública; ni los cargos de libre designación (asesores-enchufados), ni las dualidades. No se adelgaza el monstruo del sistema autonómico; no se cierran las embajadas internacionales de representación de las CCAA; no se decreta el cierre de empresas públicas cuyo fin es el del enchufe por el enchufe; no se suprimen Diputaciones provinciales; ni Ayuntamientos. Increíblemente no se toca al Senado (ni a sus "cenadores"), cuya utilidad está más que discutida.
No se quita competencias a las CCAA (como la Sanidad) para centralizar y ahorrar costes.
Los políticos no se bajan ni el sueldo, ni las prebendas, ni se reduce el número de políticos. España no es más que la suma de diecisiete Reinos de Taifas.
A todo ésto, la bancada del PP aplaude con fervor fanático el hachazo: Están contentos, son unos sádicos que disfrutan con ésto. Están en su salsa. Ojalá todos éstos se vean en la situación a la que han llevado al resto. No se puede ser más sinvergüenzas; viles; rastreros y malas personas. Son lo que son. No hay más.