Ramón Trujillo, coordinador insular de Izquierda Unida Canaria (IUC), afirma que, si existiera un “facistómetro”, éste se rompería en Santa Cruz de Tenerife, con sus más de cien calles que homenajean a quienes destruyeron la democracia en España, a partir de 1936. Según Trujillo, la cultura democrática de Alemania e Italia impide que existan avenidas con los nombres de Hitler o Mussolini. Por el contrario, las deficiencias de nuestra cultura democrática explican la polémica que genera la aspiración a un callejero compatible con valores de los derechos humanos.
Onésimo Redondo creía que educar niños y niñas en el mismo centro es “acción judía contra las naciones libres” y “un delito contra la salud del pueblo”.
Según el historiador Edward Malefakis, Mussolini ejecutó a 27 personas en tiempo de paz y, después de la guerra española, entre 1939 y 1941, Franco ejecutó a 1.800 personas por cada persona ejecutada por Mussolini. En el caso de Canarias, en donde no hubo episodios bélicos, el franquismo asesinó a más de 2.000 personas, una proporción de muertes violentas muy superior a la que llevó a cabo Pinochet en Chile.
Para IUC, no es lógico que quienes destruyeron tantas vidas, además de la democracia, sean homenajeados en el callejero. Es absurdo que un colegio de Santa Cruz lleve el nombre de Onésimo Redondo, quien, en 1931, escribía que “la juventud debe ejercitarse en la lucha física, debe amar por sistema la violencia”. Redondo pensaba que la educación mixta de niños y niñas “es un capítulo de la acción judía contra las naciones libres. Un delito contra la salud del pueblo que deben penar con su cabeza los traidores responsables”. Estos testimonios provienen del estudio sobre el fascismo de Stanley G. Paine.
Revista Digital San Borondón